He querido llamarla para invitarla al cine,
pero no he podido.
El vacío de mi cartera me lo impide.
Por los agujeros de mis bolsillos
se van las manecillas del tiempo
y ella me olvidará, estoy seguro.
Nos conocimos como se conocen todos:
la música relampagueante
nos ablandó los muslos
y quisimos, entre tanta oscuridad,
prenderle fuego a las pupilas
y bailamos.
Después de un tiempo me preguntó mi nombre
y yo se lo di.
Le entregué mi nombre más allá de mis besos.
Quise, mientras lo pronunciaba,
que fuera el nombre de su suerte,
un cuchicheo blando en sus oídos,
que se quedara en ellos,
para que luego me buscara.
Pero hace una semana no la veo
y hace tres días no me atrevo a enviarle un texto.
Cómo decirle vamos al cine pero tú pagas?
O llevarla en caminata bajo este cielo mojado de Chicago.
Me he dicho por las noches,
cuatro noches para ser exactos,
que si algo pasó entre nosotros qué bello fue.
Que la deje con sus risos de canela
y me vaya por otra parte a poner mi tristeza;
la impotencia de querer llevarla al cine,
para desepcionarme,
darme cuenta que no tenemos nada en común,
pero no puedo.
El vacío que abunda en mi cartera
empieza a morderme el alma.
Monday, November 28, 2011
Tuesday, November 1, 2011
He hecho mi carne impenetrable
He hecho mi carne impenetrable
mis músculos inflexibles
de carbón el alma que antaño fue soplo
I have made my flesh impenetrable
inflexible my muscles
coal the soul that once was a blow
mis músculos inflexibles
de carbón el alma que antaño fue soplo
I have made my flesh impenetrable
inflexible my muscles
coal the soul that once was a blow
Monday, May 30, 2011
La Noche
La primera noche de verano
del año en que el mundo aborreció su fin
y se aferró a tus piernas para desatar
millones de argumentos catastróficos sobre mis ojos,
sobre los tuyos.
La noche en que fumamos las palabras del otro
entre una muchedumbre de veraniegos y anduvimos los pasos
que tranvías feroces y atropelladas manifestaciones
y estudiantes y banqueros y oficinistas y prostitutas
anduvieron mucho antes que el verano despertara en tus piernas
y tú quisieras caminar conmigo.
La noche en que fui al grano y entramos en la primera cantina
y las cervezas nos faltaban,
y la noche siguió su curso, y nosotros el nuestro.
La noche en que cruzamos de norte a sur fuera del tiempo
esquivando hombros y ciclistas,
y hablamos de todo ante la muchedumbre.
La noche que no bastó para tus piernas
que quisieron habitar eternamente la sombra
y que el engranaje del tiempo se detuviera en las manos del capitalismo
y viéramos de una vez caer edificios y lenguas y carnes.
La noche en que vimos al fin la otra luz, secreta, de la embriaguez nocturna,
en que tu cuerpo se extendió por las calles todas
y no tuve que salir a buscarte,
pero tampoco te abarqué.
La noche en que el final de los tiempos dejó su letargo
y con un tiro en la cabeza se acabó el antes y el después.
La noche en que fuimos inmortalmente libres de tarjetas de crédito
y sólo nos bastaba la carne como firma de todo contrato,
de la compra y venta de tu piel y la mía.
La noche en que la noche se fue al carajo
y nos volcamos en labios y miradas y roces atrevidos
y no respetaron reglas de tránsito las manos,
ni hubo guardián alguno que te previniera de mí.
La noche en que hicimos la guerra a la guerra
y nos volvimos los héroes de nadie,
y guardaste de cada batalla la marca entre las ingles,
y las tiendas se cerraron y se calló el mundo
pero ni aún el vacío nos bastaba.
La noche en que pusimos la historia en un papel
y delirantes le prendimos fuego,
y se iluminaron tus ojos,
y fumamos los siglos precedentes,
y empezamos otra historia.
La noche en que mis dedos tocaron el Aleph
y sentí a los niños de mi infancia
correr sobre mis yemas, sentándose ya viejos
a decir sus historias,
y a los padres de sus padres
y tú me revelabas todo en tu secreto espacio.
La noche en que encontramos la llave de la noche
le abrimos las piernas, y nos volcamos en ella.
del año en que el mundo aborreció su fin
y se aferró a tus piernas para desatar
millones de argumentos catastróficos sobre mis ojos,
sobre los tuyos.
La noche en que fumamos las palabras del otro
entre una muchedumbre de veraniegos y anduvimos los pasos
que tranvías feroces y atropelladas manifestaciones
y estudiantes y banqueros y oficinistas y prostitutas
anduvieron mucho antes que el verano despertara en tus piernas
y tú quisieras caminar conmigo.
La noche en que fui al grano y entramos en la primera cantina
y las cervezas nos faltaban,
y la noche siguió su curso, y nosotros el nuestro.
La noche en que cruzamos de norte a sur fuera del tiempo
esquivando hombros y ciclistas,
y hablamos de todo ante la muchedumbre.
La noche que no bastó para tus piernas
que quisieron habitar eternamente la sombra
y que el engranaje del tiempo se detuviera en las manos del capitalismo
y viéramos de una vez caer edificios y lenguas y carnes.
La noche en que vimos al fin la otra luz, secreta, de la embriaguez nocturna,
en que tu cuerpo se extendió por las calles todas
y no tuve que salir a buscarte,
pero tampoco te abarqué.
La noche en que el final de los tiempos dejó su letargo
y con un tiro en la cabeza se acabó el antes y el después.
La noche en que fuimos inmortalmente libres de tarjetas de crédito
y sólo nos bastaba la carne como firma de todo contrato,
de la compra y venta de tu piel y la mía.
La noche en que la noche se fue al carajo
y nos volcamos en labios y miradas y roces atrevidos
y no respetaron reglas de tránsito las manos,
ni hubo guardián alguno que te previniera de mí.
La noche en que hicimos la guerra a la guerra
y nos volvimos los héroes de nadie,
y guardaste de cada batalla la marca entre las ingles,
y las tiendas se cerraron y se calló el mundo
pero ni aún el vacío nos bastaba.
La noche en que pusimos la historia en un papel
y delirantes le prendimos fuego,
y se iluminaron tus ojos,
y fumamos los siglos precedentes,
y empezamos otra historia.
La noche en que mis dedos tocaron el Aleph
y sentí a los niños de mi infancia
correr sobre mis yemas, sentándose ya viejos
a decir sus historias,
y a los padres de sus padres
y tú me revelabas todo en tu secreto espacio.
La noche en que encontramos la llave de la noche
le abrimos las piernas, y nos volcamos en ella.
Tuesday, January 25, 2011
Tradución del soneto número 3 de Shakespeare.
3
Di a tu rostro qué ves en el espejo
Es tiempo que ese rostro forme otro
pues si hoy su frescura no renuevas
mundo y madre quedarán sin bendecir
Dónde aquella de purísimo vientre
que desdeñe tu arado y tu cultivo
O quién apasionado será tumba
de su propio amor parando el porvenir
Eres reflejo de tu madre que en ti
recuerda el abril de su primavera
Tú verás en ventanas de tu era
pese a la vejez tu tiempo dorado
Pero si no habrás de ser recordado
muere virgen y tu rostro contigo
3
Look in thy glass and tell the face thou viewest,
Now is the time that face should form another,
Whose fresh repair if now thou not renewest,
Thou dost beguile the world, unbless some mother.
For where is she so fair whose unreared womb
Disdains the tillage of thy husbandry?
Or who is he so fond will be the tomb
Of his self-love to stop prosperity?
Thou art thy mother´s glass, and she in thee
Calls back the lovely April of her prime;
So thou through windows of thine age shalt see,
Despite of wrinkles, this thy golden time.
But if thou live rememb´red not to be,
Die single and thine image dies with thee.
Di a tu rostro qué ves en el espejo
Es tiempo que ese rostro forme otro
pues si hoy su frescura no renuevas
mundo y madre quedarán sin bendecir
Dónde aquella de purísimo vientre
que desdeñe tu arado y tu cultivo
O quién apasionado será tumba
de su propio amor parando el porvenir
Eres reflejo de tu madre que en ti
recuerda el abril de su primavera
Tú verás en ventanas de tu era
pese a la vejez tu tiempo dorado
Pero si no habrás de ser recordado
muere virgen y tu rostro contigo
3
Look in thy glass and tell the face thou viewest,
Now is the time that face should form another,
Whose fresh repair if now thou not renewest,
Thou dost beguile the world, unbless some mother.
For where is she so fair whose unreared womb
Disdains the tillage of thy husbandry?
Or who is he so fond will be the tomb
Of his self-love to stop prosperity?
Thou art thy mother´s glass, and she in thee
Calls back the lovely April of her prime;
So thou through windows of thine age shalt see,
Despite of wrinkles, this thy golden time.
But if thou live rememb´red not to be,
Die single and thine image dies with thee.
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