No soy yo lo que deseas, no manos ni palabras.
No hay nada en mi que aún arrebatado llene el hueco que en tu pecho se abre como insaciable infierno.]
No es el agua ni es el pan lo que te falta, no es el pensamiento no es la vida.
No es y jamás será no, algo que rebase la infranqueable frontera de tu piel.
Eres tú de quien suplicas, la poderosa mano que lo apacigua todo.
La mirada limpia que ilumina.
La voz que abre camino entre las sombras. La risa poderosa, la fuerza.
El canto que todo lo resiste.