Dana Gioia*
The Present
The present that you gave me months ago
is still unopened by our bed,
sealed in its rich blue paper and bright bow.
I’ve even left the card unread
and kept the ribbon knotted tight.
Why needlessly unfold and bright to light
the elegant contrivances that hide
the costly secret waiting still inside?
El Regalo
El regalo que me diste hace unos meses
esta todavía sin abrir por nuestra cama,
Sellado en su rico papel azul y brillante lazo.
He dejado la tarjeta sin leer
Y mantenido el nudo del listón apretado.
¿Por qué innecesariamente y brillante a la luz
Los elegantes artificios que esconden
El caro secreto aún esperando dentro?
The Angel with the Broken Wing
I am the Angel with the Broken Wing,
The one large statue in this quiet room.
The staff finds me too fierce, and so they shut
Faith’s ardor in this air-conditioned tomb.
The docents praise my elegant design
Above the catter of the gallery.
Perhaps I am a masterpiece of sorts —
The perfect emblem of futility.
Mendoza carved me for a country church.
(His name’s forgotten now except by me.)
I stood beside a gilded altar where
The hopeless offered God their misery.
I heard their women whispering at my feet —
Prayers for the lost, the dying, and the dead.
Their candles stretched my shadow on the wall,
And I became the hunger that they fed.
I broke my left wing in the Revolution
(Even a saint can savor irony)
When the troops were sent to vandalize the chapel.
They hit me once — almost apologetically.
For even the godless feel something in a church,
A twinge of hope, fear? Who knows what it is?
A trembling unaccounted by their laws,
An ancient memory they can’t dismiss.
There are so many things I must tell God!
The howling of the dammed can’t reach so high.
But I stand like a dead thing nailed to a perch,
A crippled saint against a painted sky.
El Ángel con la Ala rota
Yo soy el Ángel con la Ala Rota,
La gran estatua en este cuarto quieto.
El personal me encuentra muy violento, y entonces disparan
El ardor de la fe en esta tumba de aire acondicionado.
Los docentes elogian mi elegante diseño
Sobre el cunchincheo de la galería.
Quizás soy una obra maestra de clases —
El emblema perfecto de la inutilidad.
Mendoza me esculpió para la iglesia de un pueblo.
(Su nombre es olvidado ahora excepto por mí.)
Yo estuve a lado de un altar dorado donde
Los desesperados ofrecieron su miseria a Dios.
Yo escuche a sus mujeres susurrando a mis pies —
Oradores del perdido, del agonizante, y del muerto.
Sus velas bosquejaron mi sombra sobre la pared,
Y yo me convertí en un hambriento que ellos alimentaban.
Yo rompí mi ala izquierda en la Revolución
(Hasta un santo puede saborear la ironía)
Cuando las tropas fueron enviadas a ultrajar la capilla.
Me pegaron una sola vez — casi apologéticamente.
Incluso los ateos sienten algo en una iglesia,
¿Una punzada de esperanza, miedo? ¿Quién sabe qué es?
Una temblorosa falla para sus leyes,
Un antiguo recuerdo que no pueden ignorar.
¡Hay muchas cosas que debo decir Dios!
El estruendo del encerrado no puede no puede llegar muy alto.
Pero yo estoy como una cosa muerta clavada en una percha,
Un santo lisiado contra un cielo pintado.
Reunion
This is my past where no one knows me,
These are my friends whom I can’t name —
Here in a field where no one chose me,
The faces older, the voices the same.
Why does this stranger rise to greet me?
What is the joke that makes him smile,
As he calls the children together to meet me,
Bringing them forward in single file?
I nod pretending to recognize them,
Not knowing exactly what I should say.
Why does my presence seem to surprise them?
Who is the woman who turns away?
Is this my home or an illusion?
The bread on the table smells achingly real.
Must I at least solve my confusion?
Or is my confusion all I can feel?
Reunion
Este es mi pasado donde ninguno me conoce.
Estos son mis amigos a quienes no puedo nombrar —
Aquí en un campo en el que ninguno me escoge,
Las caras más viejas, las voces las mismas.
¿Por qué este extraño se levanta para recibirme?
¿Qué broma lo hace sonreír,
Mientras junta a los niños trayéndolos en una sola fila?
Yo asiento pretendiendo reconocerlos,
Sin saber exactamente qué decir.
¿Por qué mi presencia parece sorprenderlos?
¿Quién es la mujer que se voltea?
¿Es esta mi casa o una ilusión?
El pan en la mesa huele dolorosamente real.
¿Debo por fin resolver mi confusión,
O es mi confusión todo lo que puedo sentir?
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Dana Gioia served as chairman of the national Endowment for the arts for six years. He currently directs the program in arts and culture for the Aspen Institute.
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Dana Gioia sirvió como presidente de la Asociación nacional par a las artes por seis años. Actualmente dirige el programa de arte y cultura para el Instituto de Aspen.
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Nota: Los poemas fueron tomados de la Revista Poetry, septiembre del 2010, Volumen 196, Numero 5.